jueves, 11 de agosto de 2016

Qué extraño cuando alguien llega de la nada, haciendo ruido y descolocando todo, creando taquicardias y sonrisas esporádicas; sin llamar, sin avisar, por casualidad (llámalo destino o azar). 

Y qué raro cuando de la misma forma en la que viene, se va. 
Cuando nada vuelve a ser igual, porque lo desordenado no se vuelve a ordenar, (aunque yo lo dejo todo tirado, por si al que venga luego le apetece colocar). 

Qué raro mirar sin sentir nada más. 

Qué raro el silencio que queda después.

Qué raro verte salir por la puerta de atrás,
 y que nunca vuelvas a entrar.