Nocturnos.

Había vuelto. Había vuelto a estar perdida. De nuevo olvidada. Por ella misma. Vuelve a las noches sin sueños y sin sueño, pero tampoco pesadillas. Vuelve la indiferencia y ese 'no sentir nada'. Ni rabia, ya ni quema por dentro. Sólo odio aflora de vez en cuando, pero no hacia los demás. Ya conoce la historia. En el fondo es todo tan mentira, y al final sale al descubierto. Se han roto las corazas. La niebla vuelve. La oscuridad. El frío. La nada. Y en realidad no puede nadar. Porque le pesan las dudas y los miedos, y se va al fondo. Y se ahoga. Y escribir no la desahoga, la ahoga más. Y sólo quiere salir corriendo, y gritar. Pero ni eso es suficiente... Cuántas veces lo ha intentado. Y llorar. Y nada. Estoy hecha de contradicciones y paradojas, intento pensar que sólo yo sé lo que me digo, pero ni eso. Los demás no me entienden porque ni yo me entiendo. Además, no quiero que me entiendan. Los demás no me quieren porque ni yo me quiero. Y respecto a esto, no sé lo que quiero. ¿No os da miedo? Dejar entrar a alguien, digo. Sí, sí, en el apartamento de vuestro corazón. Yo preferiría que se quitasen los zapatos siempre antes de entrar, que luego lo dejan todo perdido. La última vez derramaron vino en la alfombra, y está hecho un desastre, por eso está en reparación, no sé cuanto tarde en volver a funcionar, tampoco me importa, no sé. Eh, es una gran mierda no saber nada. O bueno, en realidad yo creo que es que no quiero saber. No me gusta ponerme a pensar en ciertas cosas. De costumbre ya me duele la cabeza, los pequeños duendes de los problemas anidan en mi cabeza, y se emborrachan los hijos de puta, y menudas fiestas se montan, y a mí me estalla la cabeza. Los putos problemas. Y por eso no quiero pensar. No me gusta pensar. Me duele la cabeza. Odio que me duela la cabeza. Y nadie me cura. Nadie va a echar a patadas a los duendes de los problemas de mi cabeza, ni nadie va a limpiar mi corazón. Tampoco van a cambiar el espejo, ni me van a cambiar el reflejo en los ojos. No va a cambiar nada. Va a seguir todo absolutamente igual. Como siempre. Y eso es lo que me da miedo.
Todo vuelve.
Nunca acaba.