viernes, 28 de diciembre de 2012

sólo hasta que pase la tormenta


Porque un día truena y estallamos todos. Porque un día puede que deje de ser la niña que era. Y puede, y sólo puede, que empiece a ser feliz. A no preguntarme el porqué de las cosas. A no preguntarme por qué hace frío en invierno, por qué lloramos cuando estamos tristes, o por qué a veces no podemos ser felices, si la gente dice que lo tenemos todo. Puede que la niña que había dentro de mí se rompiese hace tiempo, que estallase como el día en que truene, y la tormenta se haga tan fuerte que me quede sorda. Que nos quedemos sordos.  Que no escuchemos nada, que no veamos nada, que no sintamos nada. Puede que la tormenta transforme a todos los niños en adultos, puede que pasen de llorar por no tener una chuche, a llorar por no tener trabajo, por no tener casa. Puede que cambiemos, que seamos adultos demasiado pronto, que disfrutemos demasiado poco. Puede que mi niña interior quiera salir. Quiera gritar. Quiera volver a ser una niña. Porque está cansada de recoger los trocitos de yo que le voy dejando tirados por el suelo, porque estoy cansada de ser lo que no soy. De no saber quién soy. Porque no sé quién soy. Y la verdad, me gustaría descubrirlo. Y ya no sé dónde buscarme; he mirado debajo de la cama, entre las piedras del río, en las grietas de las baldosas, en las tejas rojas del tejado, y no, no me encuentro. Creo que me he perdido. He dejado una nota en el frigorífico por si alguien me encuentra. Aunque bueno. A quién le importa. Puede que hoy sea el día en que haga sol, que la niña haya vuelto, que se divierta con las pequeñas cosas y que sonría, sobre todo que sonría. Y puede que no. Que vuelvan las sombras de los recuerdos, del pasado, y la tormenta, y los truenos. Y truena, y truena. Y sigue lloviendo.

1 comentario:

  1. Las tormentas sirven para limpiar, mezclar y olvidar los recuerdos. A mí me encantan.

    Muchos sugus azules.

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