lunes, 26 de marzo de 2012

Su escondite.

Ella. Está sentada allí, de nuevo. En el único lugar dónde se siente segura, tranquila, en paz. En el alféizar de la ventana, en su desván, contemplando las nubes, su pueblo, aquel asqueroso pueblo en el que no encajaba, y las montañas, dónde quería ir. Bajó la vista, se miró las manos, las heridas, toda la historia que se encontraba en sus muñecas, y se preguntó que había echo para que todo estuviese así, '¿a caso me merezco todo esto?'. No tenía respuesta, nada tenía respuesta, últimamente todo estaba mal, tan mal... Alzó la vista de nuevo, estaba empezando a llover. Alejó la mano y toco la lluvia. Por lo menos notaba eso, el contacto. Por lo menos se sentía viva, todavía. Quería sentirse viva, lo necesitaba. Siempre subía allí para despejarse, para estar sola, para pensar. O simplemente para mirar al suelo y pensar que pasaría si saltar al vacío. Aquel día no era diferente al resto, últimamente todos eran iguales, la misma mierda de rutina. Llegar del instituto y comenzar los gritos. Subía allí para que no la vieran llorar, para gritar, desahogarse. También le gustaba escribir allí. Subir por la noche, abrir la ventana de su habitación, subir al desván, en silencio, escaparse, y sentarse allí, con la música en los oídos, viendo las estrellas, el cielo, la noche. Imaginar historias.


'He reducido el latido de mi corazón a tres pulsaciones por minuto. He vuelto a dibujar las nubes para convertirlas en aves, con un zorro que las persigue hasta las montañas.'


La noche. Ahora el insomnio era normal para ella. Simplemente no podía dormir. Los gritos seguían resonando en su cabeza por la noche, y solo allí se sentía bien. Sabía que retrasar los problemas no era una mejor solución, era la vía fácil, pero los problemas volvían, después, al bajar de allí. Pero daba igual, allí se sentía protegida, se sentía bien. Algunas noches pensaba que estaría bien estar allí con alguien, con alguien importante. No le había enseñado a nadie aquel lugar, y le gustaría enseñárselo a alguien que se lo mereciera. De noche, era precioso. Oscuridad, y las estrellas. Ella, él, y las estrellas.


'Con las estrellas por techo, un sólo agujero en el pecho.'


Pero tenía miedo, siempre tenía miedo. Tenía miedo de abrir su corazón a alguien, de mostrar realmente como es, y de que después no sirviera para nada, siempre pasaba lo mismo. No quería volver a ese cliché. Por eso intentaba vivir así, fría, llorando a escondidas. En realidad era frágil, aunque la gente la veía sonreír. Es cierto eso que dicen, que la gente que más sonríe, es la que mas ha llorado. Se formó una coraza, hace tiempo, no quería volverse a romper. No quería estar otra vez en ruinas, como Roma. La gente duele, la gente hace daño, ella ya sabía cuanto. Y no quería volverlo a descubrir.Amélie.

1 comentario:

  1. Es inevitable no sentirse identificado en algunos pasajes de tus textos, son... simplemente geniales.

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