Paradojas.

Intento calmarme, me escucho, me escucho, lo intento, pero el eco suena dentro de mi cabeza, no se calla, no me deja. Qué más da, ¿no? A quién coño le importa, me joden y ni les importa. Palabras como cuchillos, se clavan y duelen. Lo de dar un paso y equivocarse, nadie mi dirige, en este camino voy sola, bajo un cielo con eclipse. Verdades puras, la vida cruda y dura, el día a día cuesta más, y el tic-tac aprieta y se me clava. '¿Cuánto aguantarás?' Me dice mi cabeza, cansada de esperar, un principio sin final, acabar gritando y llorar, si nadie me escucha, ¿qué más da?
Los pensamientos vuelan demasiado deprisa por mi cabeza, no me da tiempo a ordenarlos, a escribir todo, así nunca me siento completa. Me gusta evadirme a otros mundos, como a todos. Me gusta pensar en cosas que sé que nunca van a pasar. Me gusta dormirme pensando en sueños, en deseos. Imaginarme otra vida, otras vidas. 'Qué hubiera pasado si...' Y despertarme sabiendo que nada de eso va a pasar, saber que sólo me quedan los sueños, que solo me queda mi mundo inventado para ser feliz. Pero ya no quiero mañanas amargas, ni noches tristes. Ya no quiero despertarme y cagarme en todo el mundo. Ya no quiero dormirme pensando que valla mierda de día. Ya no quiero todo eso. Quiero dormirme llorando y despertarme sonriendo. Quiero sonreír sin fingir. Quiero sonreír sin tener motivos. No, quiero tener motivos para sonreír. Necesito motivos. Dame motivos. Nadie me da motivos. Y lo peor, los pocos motivos que había, día a día menguan. Se consumen. Se queman. Desaparecen. Yo no quiero desaparecer. No quiero dejarlo todo sin saber que ha merecido la pena. No quiero abandonarlo todo y que después nadie me recuerde. Quiero sentirme útil. Odio no sentirme útil. Odio odiarme. Odio no quererme. Odio ver el reloj pasado, las horas pasando, los segundos, los minutos, y nada cambia.. Odio que nada cambie. Odio que las cosas hayan cambiado. Odio que las cosas no sean como antes. Quiero que las cosas sean como antes.